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El Profeta Mensajero Para el Tiempo del Fin

Cada vez que Dios ha revelado su Palabra, lo ha hecho a través de un profeta. Enoc fue un profeta del tiempo antediluviano. Dios le reveló Su Palabra, y él habló de eventos que aún están por suceder. Tres generaciones después, Dios levantó a Noé y le reveló la situación espiritual del mundo y el juicio inminente del diluvio. Pero la gente no creyó.   

 

Esa es la manera que Dios ha establecido, según las Escrituras, para hablar al pueblo:

 

Todo el pueblo consideraba las voces, y las llamas, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba: y viéndolo el pueblo, temblaron, y pusiéronse de lejos. Y dijeron á Moisés: Habla tú con nosotros, que nosotros oiremos; mas no hable Dios con nosotros, porque no muramos (Éxodo 20.18-19). 

 

Llega tú, y oye todas las cosas que dijere Jehová nuestro Dios; y tú nos dirás todo lo que Jehová nuestro Dios te dijere, y nosotros oiremos y haremos. (Dt. 5.27). 

 

Y Jehová me dijo: Bien han dicho. Profeta les suscitaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare. Mas será, que cualquiera que no .oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le residenciaré. (Deuteronomio 18.17-19). 

 

Por estas escrituras vemos que el pueblo no pudo soportar la voz directa de Dios; por lo tanto, le pidieron a Moisés que entrara en la presencia de Dios y oyera las palabras que Dios tenía para ellos, y luego les dijera todo lo que Dios le hubiese dicho. Esta actitud del pueblo fue aprobada por Dios, y desde entonces usted no consigue a Dios hablándole directamente al pueblo, sino a través de un profeta. 

 

Dios estableció allí que su revelación vendría siempre a través de un profeta; y así ha sucedido siempre. Cada profeta de Dios ha traído la revelación de la Palabra para el tiempo en que ha sido levantado. Cada uno de ellos trajo la porción que correspondía para su edad, hasta que apareció Juan el Bautista, el último de los profetas del Antiguo Testamento, quien introdujo a Cristo, la plenitud de la Palabra. Los profetas anteriores tuvieron porciones de la Palabra, pero Cristo fue la plenitud de la Palabra, Cristo fue el Profeta por excelencia con toda la revelación de la Palabra de Dios. 

 

La dispensación judía se cerró con el más grande de los profetas hebreos, Juan el Bautista, de quien Jesús dijo:

 

"Porque os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista: mas el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él" (Lucas 7.28).

 

El Señor lo identificó como el profeta de quien habló Malaquías:

 

"Este es de quien está escrito: "He aquí, envío mi mensajero delante de tu faz, el cual aparejará tu camino delante de ti" (Lucas 7.27).

 

Pues Juan fue quien introdujo el Mesías a Israel; sin embargo los líderes religiosos no le creyeron, antes le desecharon e hicieron en él todo lo que quisieron. Estaba anunciado en las Escrituras que vendría delante del Señor para aparejarle el camino; sin embargo el mundo religioso de su día, teniendo las Escrituras, no le recibió. Y aunque los profetas no dijeron que se llamaría JUAN, sin embargo, la vindicación de Dios en su vida y ministerio probaba que éste era el mensajero que había de venir delante del Mesías. Pero aquellos líderes religiosos, junto con el pueblo, estaban ciegos a la Palabra y a la obra que Dios estaba haciendo a su alrededor. 

 

Ellos estaban esperando un profeta y al Mesías; pero cuando aparecieron, los rechazaron. ¿Por qué los rechazaron? Porque aquellos religiosos se habían apartado de la Palabra y estaban apoyados en sus propias interpretaciones. Las enseñanzas de este profeta no tenían afinidad con las creencias de aquellos grupos religiosos; porque un profeta no viene para congraciarse con las organizaciones religiosas, sino para traer la Palabra de Dios. 

 

Dios no envía un profeta cuando todo marcha bien, sino cuando dentro del pueblo hay cosas torcidas que deben ser enderezadas. Entonces el profeta viene con la Palabra cortante y tajante para fustigar todo lo que sea contrario a la Palabra de Dios; pero los religiosos no aceptan tal amonestación porque golpea fuertemente sus costumbres y creencias en las cuales están establecidos; por consiguiente, se levantan en contra del mensaje y del mensajero, y le resisten como Janes y Jambres resistieron a Moisés. Así sucedió en el Antiguo y Nuevo Testamento, y hoy sucederá igual. 

 

Hoy, más que nunca, se necesitaba la presencia de un verdadero profeta de Dios, para sacar al pueblo del Señor de la confusión denominacional que reina en el mundo llamado cristiano, donde las tradiciones e interpretaciones privadas han tomado el lugar de la Palabra, y donde los sistemas denominacionales han usurpado el lugar del Espíritu Santo en la dirección de las cosas espirituales. 

 

En este tiempo cuando las iglesias están sumidas en tanta contaminación mundanal, pobres, ciegas, miserables y desnudas, pero creyendo que están ricas espiritualmente, y que no tienen necesidad de nada; entonces es cuando se necesitaba un profeta con autoridad de Dios para declarar la verdadera condición espiritual de la iglesia, y para abrir los ojos a los predestinados de la hora a fin de que pudieran ver la Palabra pura del Señor. 

 

Si usted es simiente de Dios, sin duda que ya se ha dado cuenta de la condición espiritual del mundo que hoy se llama cristiano, así como también de la necesidad de un profeta para sacar a los verdaderos hijos de Dios de la confusión denominacional que impera en este tiempo. 

 

Cualquier persona que lea las Escrituras con revelación divina, puede percatarse de la hora en que estamos viviendo, porque todos los eventos anunciados para este tiempo, ya están presentes hoy: Israel está en su tierra demostrando ser una nación fuerte; la multiplicación de la maldad la vemos en todas las fases de la vida humana; lo mismo se puede decir en cuanto a la ciencia, la cual está multiplicada en todos los aspectos; la tibieza en las iglesias no la puede negar ninguna persona sensata; las iglesias están mundanalizadas y convertidas en clubes de religiosos; los llamados cristianos se han conformado a las costumbres y sistemas del mundo en todos los aspectos de sus organizaciones religiosas; y muchas religiones hoy están convertidas en negocios lucrativos. Esta es la apostasía del fin. 

 

La condición del mundo y de las iglesias es un pronóstico de la cercanía del juicio de Dios, la Gran Tribulación. Pero la señal más importante del tiempo del fin, es la presencia del profeta que Dios había prometido enviar antes del juicio; el cual restauraría todas las verdades de Dios que los hombres han pervertido en el transcurso de los siglos. 

 

He aquí: yo os envío á Ellas el profeta, antes que venga el día de Jehová grande y terrible (Malaquías 4.5). 

 

Y respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías vendrá primero, y restituirá todas las cosas. (Mateo 17.11). 

 

Esta restauración tan ignorada por el mundo religioso enriquecido por sus conquistas materiales, es la señal más evidente del tiempo en que estamos viviendo y de la cercanía de la venida del Señor; pues las Escrituras dicen:

 

"Al cual de cierto es menester que el cielo tenga hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde el siglo" (Hechos 3.21). 

 

Ese profeta Elías anunciado para esta edad, ha estado en la tierra con su mensaje restaurador, pero la inmensa mayoría ignora este hecho; por lo tanto, se ha repetido el caso que sucedió con Juan el Bautista, el precursor de la primera venida del Señor:

 

"Mas os digo, que ya vino Ellas, y no le conocieron; antes hicieron en él todo lo que quisieron: así también el Hijo del hombre padecerá de ellos." (Mateo 17.12). 

 

El mismo Señor hablando de Juan como el Elías de aquel tiempo, también habló del Elías que había de venir antes de su Segunda Venida para restaurar todas las cosas: 

 

Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen pues los escribas que es menester que Elías venga primero? Y respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías vendrá primero, y restituirá todas las cosas. Mas os digo, que ya vino Elías, y no le conocieron; antes hicieron en él todo 10 que quisieron: así también el Hijo del hombre padecerá de ellos (Mateo 17.10-12). 

 

Vemos en esta porción de las Escrituras, que el Señor Jesucristo habla en dos tiempos gramaticales en relación con Elías: uno que ya vino –pasado– que fue Juan el Bautista; y el otro que había de venir –futuro– para restaurar todas las cosas. Tenemos que entender que el Señor no está procurando alterar la Gramática, ni tampoco jugando con las palabras, sino hablando de un Elías que estaba en el futuro – "vendrá primero, y restituirá todas las cosas" – y de otro que estaba en el pasado – "ya vino Elías, y no le conocieron" – Aquí tenemos los dos hombres con los dos ministerios profetizados en Malaquías capítulo cuatro: "Convertirá el corazón de los padres á los hijos, y el corazón de los hijos á los padres."

 

Entonces no hay duda que Elías tenía que venir antes de la Gran Tribulación, porque había una obra que llevar a cabo: "Convertirá el corazón de los hijos á los padres"; pues la otra parte de este ministerio ya estaba realizado por Juan: "convertir el corazón de los padres á los hijos" (Malaquías 4.6). 

 

Juan preparó a los padres para que Jesús pudiera dar la bienvenida a los hijos al entrar al redil. De modo que aquellos hombres, los padres de la iglesia primitiva, fueron aparejados por Juan para que recibieran a Cristo, la Palabra; pero el Elías de esta edad había de convertir a los hijos de los últimos días a la fe de los Padres del día de Pentecostés. Este profeta prepararía a los hijos para dar la bienvenida a Jesús; es decir, su mensaje llevaría a los verdaderos hijos de Dios a la fe primitiva de los apóstoles y profetas; preparándoles así para la segunda venida del Señor.

 

El Señor sabía que las iglesias estarían en esta condición de tibieza espiritual cuando llegara este tiempo del fin; él sabía que el cristianismo llegaría a este estado de conformismo mundano que hoy estamos viendo; por lo tanto, anunció que vendría un tiempo en el cual restauraría todas las cosas, antes del rapto (Hechos 3.21). También prometió que esta restauración la llevaría a cabo por medio del profeta Elías (Mateo 17.11).

 

Todos sabemos que Elías fue un profeta que ministró en Israel durante un tiempo de grande apostasía.Cuando Dios tomó a Elías, "el espíritu de Elías reposó sobre Eliseo" (2 Reyes 2.15); luego antes de la primera venida del Señor, Juan vino con el espíritu y virtud de Elías... para aparejar al Señor un pueblo apercibido (Lucas 1.17); pero está prometido que Elías vendría antes que venga el día de Jehová grande y terrible (Malaquías 4.5), la Gran Tribulación; y finalmente aparecería junto con Moisés durante el tiempo de la gran Tribulación.

 

Ahora, sabiendo que estamos en el tiempo del fin y que la Gran Tribulación está a las puertas, tenemos que entender que el profeta Elías ya ha estado presente para cumplir esta restauración prometida por el Señor. Pero no es una reencarnación del Elías del pasado; como tampoco lo fue en el caso dé Juan; sino el misterio de este hombre manifestado en un mundo religioso con condiciones semejantes a las que imperaron durante su día. Es el ministerio de Elías en un hombre sin temor y desprendido de todo interés material, con un mensaje tajante, como el hacha a la raíz de los árboles, denunciando toda cosa contraria a la Palabra de Dios, e invitando al pueblo a tornarse a la Palabra y a una entrega completa al Señor.

 

Todos los que han conocido la vida y ministerio del hermano William Marrion Branham, saben que Dios lo vindicó como el profeta mensajero de esta edad; y su mensaje mismo lo señala como tal porque está en completa armonía con las Escrituras.

 

Dios ha cumplido su Palabra para esta edad, y el verdadero pueblo de Dios se está aparejando para el rapto; pero no obstante, muchos llamados cristianos ni saben lo que ha acontecido.

 

Amado hermano, abre tus ojos antes que sea demasiado tarde, busca la presencia del Señor y escudriña las Escrituras, porque en ellas está descrito el plan de Dios para esta hora.

 

Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que revele su secreto á sus siervos los profetas (Amós 3.7).

 

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Tomado del Folleto de evangelización "La Necesidad de un Profeta", publicado por Imprenta del Compañerismo de Pastores del Mensaje de la Hora - Barquisimeto, Venezuela.

Que el Señor Jesucristo les bendiga

Escuchar Mensaje: ¿Quién es William Branham? - Hno. German Artunduaga, Colombia.
Leer Folleto:  El mensajero - VGR
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